16 de Julio de 2005 Como siempre, pero por última vez, nos levantamos a las 5:30 de la mañana. El hecho de saber que estábamos a 18 km y que era el último día hizo que el madrugón fuera menos traumático, incluso se respiraba cierta ilusión. Bueno Guti no hablaba y de hecho no desayunó pero Muri y Juanvi hacían coñitas. Supongo que porque era la última etapa pensamos que era un mero tramite y empezamos la marcha de manera trepidante completando cerca de 10 km en un par de horas.
Paramos a desayunar y esta vez Guti si comió. Por cierto nos cobraron 7 euros por dos cola cao, dos cafés, tostada, churros y una coca cola. Sin duda ha sido el viaje más rentable en mucho tiempo. En Galicia los precios son muy asequibles.
A partir de ahí solo quedaba la subida al Monte do Gozo que coronamos con bastante ilusión adelantando a la masa de peregrinos con la que nos juntamos el día anterior.
La verdad es que el cambio fue brusco porque en el camino primitivo eramos 6 personas la mayoría de los días y de repente nos encontramos con cientos de peregrinos que venían de Sarriá o de zonas que estaban a unos 100 km. Esto lo hacían así porque 100 km es lo mínimo para conseguir la Compostela.
Pero la jornada nos deparaba una sorpresa final.Tras la alegría de llegar a Santiago de Compostela nos esperaban más de 2 km de empedrados, escaleras y demas lindezas. Fue el último gran esfuerzo para llegar a la catedral que parecía no aparecer nunca. Tras subir las últimas escaleras(33 peldaños) tiramos las mochilas al suelo y echamos un vistazo a nuestro alrededor para asegurarnos que habíamos llegado al final. Y sí, habíamos llegado al final.
Echando la vista atrás recordamos la primera noche en la que nos parecía imposible llegar visto lo mal que acabamos esta etapa. Entramos en la misa del peregrino que empezaba a las doce con la sensación de haber cumplido y Guti y Juanvi siguieron la misa sentados ante el dolor de pies que les invadía.
Acabada la misa fuimos en busca del albergue que, sorpresa, estaba en la otra punta de la ciudad tal y como una simpática señora que vendía recuerdos en un puesto de la catedral le compramos unas cuantas conchas y nos fuimos. Cogimos un merecido taxi hasta el albergue y como no, nos encontramos a nuestros amigos franceses que durante todo el camino habian coincidido con nosotros en los albergues y durante el camino nos pasaban a la velocidad de la luz. Curiosos personajes. El albergue costaba 5 euros la noche y se podia estar como máximo tres días. Estaba en lo alto de la ciudad. Tras la comida nos fuimos al albergue y nos echamos la gran siesta de 17:00 a 20:00, nos duchamos y nos fuimos a ver la catedral y conseguir la credencial y la Compostela.Reseñar que Muri y Juanvi iban con una sudadera sin nada debajo por no tener mas ropa que ponerse y se compraron una camiseta del camino en una de las primeras tiendas, donde nos enseñaron el truco de la uña en los billetes de euros.Tras esto nos fuimos a cenar la “gran mariscada” de 30 euros;¿o era de 300? Nos daba igual, nos la comimos con total entusiasmo. Y como no, Muri y Juanvi se tomaron el bitter kas prometido al llegar a Compostela.
Pero todavía quedaba una sorpresa en el día. Mientras pagamos la «dolorosa» nos dimos cuenta de que eran las 23:20 de la noche y el albergue cerraba a las 00:00. La ultima caminata del día dejó una estampa lamentable ya que nos arrastrábamos calle abajo teniendo cuidado con las ampollas. Llegamos justo antes de que cerraran el albergue y respiramos aliviados. Habíamos llegado al final. Objetivo cumplido.